A la historia no la detienen los dictadores .


Juan Manuel Sanguinetti.

A finales de la década de los ochenta del siglo pasado soplaban vientos de cambio 

La caída del  muro de Berlín , fue el principio del fin para los dictadores comunistas entronizados en Europa del este 

En Rumanía la insurrección fue de tal magnitud , que terminaron con la dictadura de Nicolái Chauchesco , que desde 1964 gobernaba con mano de hierro 

En Checoslovaquia el liderazgo del dramaturgo , escritor y político Vaclav Havel al final tuvo la recompensa del triunfo de la llamada revolución de terciopelo , cuando a las manifestaciones estudiantiles se sumo el pueblo en su conjunto , la dictadura comunista fue derrocada y Havel ocupó la presidencia 

Yugoslavia es otra historia , aunque este país , no estuvo bajo control de Moscú , por el liderazgo de Yosic Droz , mejor conocido como Tito , se desató un conflicto interregional de diversas culturas y nacionalidades que estaban unidas en ese país lo que llevó a una guerra civil , en la cual varios de sus dirigentes fueron acusados de crímenes de lesa humanidad , el más importante Slobodan Milosevic fue apresado y murió en prisión 

Muchos dictadores mueren plácidamente en su cama como Stalin y Castro , pero otros son atrapados por la fuerza inexorable de la historia

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