En protesta contra asesinato del líder del M-19 Hace 34 años guerrilla colombiana atacó consulado de Barinas


Neuquén (Dimas J. Medina) El domingo 30 de abril de 1.990 la entonces apacible ciudad de Barinas fue sacudida por un ataque terrorista.

Ese día, un grupo de guerrilleros colombianos denominado “Jaime Bateman”, hizo estallar cuatro bombas en la sede del consulado de Colombia la capital del estado Barinas.

El ataque terrorista se produjo en protesta por el asesinato del candidato presidencial representante del conocido movimiento subversivo “Movimiento 19 abril” –M19-, Carlos Pizarro, abatido de tres disparo cuatro días antes, el jueves 26 de abril en Bogotá. 

El aspirante presidencial fue asesinado por un sicario que le disparó dentro de un avión. Y ocurrió en aquella oscura etapa de extrema violencia en el vecino país, donde su hoy presidente Gustavo Petro  militó durante su juventud, en el célebre Movimiento 19 de abril, un grupo guerrillero que buscaba imponer sus ideas mediante las armas.

Las cuatro bombas que estallaron aquella mañana en la sede del Consulado de Colombia en Barinas, que tanta alarma causó no sólo en nuestra ciudad, sino también en nuestro país, fue catalogada por la prensa internacional como el prólogo de la furia subversiva colombiana fuera de sus fronteras.

Tras aquel saboteo, los subversivos dejaron escritas en las paredes de las destruidas oficinas del consulado, consignas de protesta alusivas a su movimiento guerrillero:

“Pizarro, no matarán nuestros anhelos de paz”.

También escribieron en las paredes de aquellas oficinas, una célebre frase del desaparecido cantautor falconiano Ali Primera: "Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos".

El atentado ocurrió  en la entonces sede del Consulado de Colombia, ubicada en el tercer piso del edificio Manolo, situado en la calle Camejo, a donde pasada las 9 de la mañana llegó asustado y con vestimenta deportiva, el entonces cónsul Jaime Restrepo Marín.

Muchas agencias internacionales de noticias y periódicos nacionales y de Colombia, centraron para la época sus atenciones en aquella apacible Ciudad Marquesa, donde nadie explica por qué Gustavo Petro y todos aquellos guerrilleros colombianos se atrevieron a generar violencia.


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